La necesidad de ir de la mano con nuevas tendencias.
- EDI ALBERTO MARTINEZ
- 27 ago 2015
- 4 Min. de lectura


En los tiempos actuales contamos con un sin numero de fuentes de información disponibles acerca de lo que está ocurriendo en nuestro entorno. Las grandes empresas dedican infinidad de recursos para acceder a todo este material revelador que se genera sin tregua: lo podemos ver desde la férrea competencia por el mercado de los tables, celulares inteligentes, así como en el sector automotriz y en muchos otros , pero el dinero y el tiempo invertidos de poco podrán servir si no se conoce la manera correcta de interpretar la nueva información y con ello poder desarrollar técnicas necesarias para preparar y entrenar la mente de quienes tienen a su cargo puestos clave en cualquier empresa del tamaño que sea con el fin de descifrar las señales indicativas de hacia dónde se encaminarán los negocios en el futuro.
Sin embargo es muy común que en los pequeños negocios el propio miedo que el cambio nos inspira nos induce a rechazar o a negar la información que indica la proximidad de una transformación. Por lo tanto, tenemos que encontrar caminos que nos ayuden a abandonar los estereotipos y el pensamiento conformista a los que muchas personas se aferran porque requieren poco esfuerzo.
Los seres humanos comenzamos a aprender desde el momento mismo en que nacemos (quizá incluso antes). Aprendemos vocabulario, las costumbres de nuestra cultura, las creencias de nuestros progenitores. En la escuela, aprendemos la historia según nos la presentan los maestros y los libros, nos hacemos idea del mundo que nos rodea según las teorías aceptadas por la sociedad y asimilamos ciertas formas de expresión para relacionarnos con nuestros compañeros. En definitiva, a medida que vamos creciendo, nuestra mente adquiere cada vez más conocimientos. Todos estos conocimientos se graban de tal forma en nuestra mente que llegan a limitar nuestra libertad y nuestro entendimiento y, lo queramos o no, nos recluyen en un mundo amurallado donde nos creemos inmunes a las nuevas realidades emergentes. Cuando a nuestros ojos los muros se derrumban (como es inevitable que ocurra), a causa de los cambios y de los nuevos eventos que surgen, nos enfrentamos a una terrible dificultad: combatir contra la nueva realidad o aprender lo necesario para crecer y conquistarla.
Para sobrevivir en estos tiempos actuales , debemos despojarnos de todo aquello que nos hace resistentes al cambio, sin embargo y como es de esperarse no es tarea nada fácil incluso para los más brillantes pensadores de todos los tiempos, no olvidemos a un Thomas Edison el cual pensaba que la expansión de la corriente alterna podría llegar a quemar las ciudades enteras. Para llegar a modificar las cosas tal y como ahora mismo las vemos y adelantarnos a las tendencias futuras debemos contemplar la realidad desde una óptica distinta a la habitual es una de las estrategias más poderosas que existen.
Por miles de años, la tendencia hacia la modernidad en contraparte ha estado ligada al nacimiento de movimientos conservadores, la historia parece avanzar en ciclos. Se suceden ciclos de paz y guerra, ciclos de expansión y recesión económica, ciclos de enfriamiento y calentamiento del clima: la lista es casi interminable. Si nos paramos a observar una fábrica cualquiera, nos daremos cuenta de que cada vez hay menos personas trabajando en ella y más maquinaria que reemplaza el trabajo manual, esto es porque en nuestra sociedad industrial el costo laboral es muy alto, mientras que las máquinas y la tecnología resultan mucho más baratas y eficientes. Por lo tanto, he aquí cómo la redundancia ha sido sustituida por la eficiencia. La eficiencia incuestionablemente genera beneficios, ya que se fabrican más y mejores productos a un costo menor y ello redunda en favor de los consumidores.
En un mundo de cambios rápidos y masivos como el que vivimos, la planificación formal es a menudo un ejercicio inutil. Los encargados de ejecutar los planes suelen cometer errores muy comunes como: no realizar un análisis adecuado; no centrarse en una visión global de todos los temas implicados y en su contexto real y, por último, no saber convertir la información en un plan de acción.
El primero de estos errores no es fácil de corregir, ya que requiere un cambio radical en la forma de pensar. Cambiar una forma de pensamiento de manera acelerada es muy complicado, pero los tiempos que vivimos así lo requieren. Entre otras cosas, hay que saber apreciar en su justa medida lo decisivo de ciertos factores, como puedan ser las tendencias sociales. Dichos factores han de contemplarse como realmente son, no como creemos o como nos gustaría que fueran.
Por otro lado , carecer de una panorámica global, lo provoca el no emplear una visión mas detallada para realizar el análisis. La clave para corregirlo es unir las tendencias y los eventos de manera que ante nosotros aparezcan patrones de comportamiento y conexiones en lugar de hechos aislados. Por otro lado debemos ser capaces de usar la información para la acción, requiere también de un esfuerzo consciente. Deberíamos preguntarnos continuamente lo siguiente: si mis ideas son claras acerca de lo que tengo que hacer, y estoy seguro de que se puede obtener beneficio actuando de esta manera, ¿cuál es el obstáculo que impide pasar a la acción? Y es que las ideas sin acción son un ejercicio paralizante y nada eficaz. Asi que es hora de ponerlos en marcha.
El descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos.
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